martes, enero 29, 2008

Preferencias (review)


A pedido de “alguna que otra” vuelve este post

Me gustan las chicas que cuando cocinan preparan alguna comida rara y explican que en tal cultura se come porque tal cosa y tal otra, mientras se derrama la ternura de su explicación.
Me gustan las que con algunas sugerencias me invitan a acercarse.
Me gustan esas que cierran los ojos ante cualquier caricia o beso, y que las respiran profundo, haciéndose evidente su disfrute.
Me gustan las que no tienen tabúes y se sueltan, así sea la primera cita.
Me gustan las chicas que cuando están en casa, solas, andan descalzas. Me gusta cuando en su hogar caminan por todas partes en ropa interior de algodón. Me gustan las que de esa manera, ponen música, prenden un sahumerio y miran por la ventana, observando a la nada que es un todo que pasa por su mente.
Me gustan las mujeres que cuando después de un rato, dan la espalda a esa ventana y observan al otro para decirle algo en voz baja, en una o dos palabras, para no interrumpir eso que suena.
Me gustan las mujeres que después de hacer el amor se visten con la camisa de su amante. Pero sin sostenes, con sus pechos formando una pirámide o un iglú en la tela que el hombre pagó con el fruto de su esfuerzo.
Te juro, me encantan.

También me gustan las mujeres que en vacaciones eligen destinos naturales, de poca concurrencia, en donde no necesita arreglarse ni perfumarse.
Me gustan las que bailan toda la noche, se mueven por amor a lo telúrico y no a la caza de inversionistas.
Me gustan las que lloran cuando su amor no las llamó ese día, y el temor las invade.
Me gustan cuando entran a un bar, a una primera cita. Lindas. Con la inquietud de saber si al muchacho le gustará lo que viste. Me gusta pensar que estuvo horas preparándose para esa noche, probando todo lo que había en el placard. Me gusta saber, que al salir a la calle su habitación terminó desordenadísima con la ropa que descartó desparramada por la habitación.
Me gusta que me intrigue el color de su ropa interior.
Me gustan las que esconden eso que las acompleja.
Me gustan las que leen en la plaza.
Me encantan las ceban mate haciendo todo un ritual de preparación, y te lo acercan como al entregar un regalo.
Me gustan las solitarias.
Me gustan las que al saludarte abrazan unos segundos y apoyan sus pechos para que el otro sienta sus latidos.
Las que cuando besan dibujan, lento, suave, casi sin lengua.
Me gustan las que al dormir solas duermen de costado y cuando están acompañadas apoyan la cola en la pelvis del compañero.
Me gustan las que riengan las plantas y cantan por la mañana.
Te juro, me enamoran.

martes, enero 22, 2008

Entonces me fui a buscarlas

Cómo no encontraba las musas, me dijeron que tal vez anden por Humahuaca.






La peña de Don Ricardo Vilca.


Callecita de Humahuaca.




La resistencia aún palpita.




El valle.



Se venía la lluvia.
Se acercaba cada vez más...
El perro en Peñas Blancas.


Monumento al Indio.


Indio Kolla.


Tocando el charango al sol.


Chica leyendo en el Monumento.


Bellísima mujer Kolla.

Almacén.

Pueden venir cuantos quieran a las peñas.



Peña "Ahicito".



Chicas bailando en "Ahicito".


El espíritu de la noche. (En esa jarra de barro, había vinito patero).

martes, enero 08, 2008

Ola de calor


Si llegara a cualquier hora
el iceberg de la media noche
y no pasara de mí.
Haría, no un muñeco
de nieve
sino una muñeca muy hospitalaria
y gentil,
si tuviera la materia prima.
El abominable hombre
me palmearía la espalda
con su zarpa gélida y complice,
sacudiéndose del pelaje punk
los cristales de hielo.
Si una guerra fría me envolviera
haciendo las paces conmigo
y me llevara a patinar sobre aguas turbulentas
deliciosamente congeladas.
Un glaciar cualquiera
sin pretensión alguna
de deshielos espectaculares
me haría
un lugar con vista al polo
si este calentamiento global no lo amenazara.
Yo dejaría de mirar
la heladera como habitación posible,
ya no insitiría en vano con las cubeteras
ni alucinaría con osos polares.
Si fuera posible
en medio de esta pesadilla
el sueño feliz del iglú propio
Ganas de ser esquimal
para dejarme estar
sin nostalgias de playas o montañas,
contemplando la gloria de la aurora boreal.