jueves, enero 15, 2009

Carta


Es madrugada en Buenos Aires, es 15 de enero del 2009

Lee JP lee:
Tenía que empezar con Seselovsky. Si fuéramos putos, seríamos novios y nos acostaríamos los tres. Gracias a Bob Dylan, nos encantan las minas. (Al menos a nosotros dos). Pero repasemos nuestro amorío. La primera ficha cae en el anfiteatro de Letras, la segunda en un teatro, la tercera, la cuarta, y así en más bajo lunas, humos y dónde es el after. La Gaceta generó pocas cosas válidas para mi anuario: la mejor fue ese I can´t get no… El saludo fue de caballeros y me agarraste la palanca: metiste quinta: sí, papucho, quiero. ¿Qué querías? ¿Qué quería? Yo quería identificarme con un flaco de Adidas negras, campera bis, y amigos famosos. Quería mi cronista RS, en vivo, sin filtros. Y te agarré, guarro. Entre descorches, el affaire empezó a desvanecerse hasta que posamos en el living del amor, trocamos vinilos y hablamos. Sin make up, hablamos. Y elegimos lo que somos: una exquisita pareja de escritores perdidos, de hombres encontrados.
El humor, Symns, Capusotto, Dolina, Lammoglia, las nochecitas de Laprida y Corrientes, la hermosa cena sin Silvina en tu casa, los maratónicos chats, la insistencia por aceptá y abrí: qué reeeco. Situaciones de vida y un momento cumbre: el adiós, la separación, cómo ahora, si recién empezamos, la puta madre, porque te extraño, loco, yo también, loco, siempre agregando el trato rancio para no ser tan putitos como los rugbiers en Divas. Mi partida, después del semen Pantene ProV, te dejó allá, me trajo acá, pero me acompañaste como nadie, durante las siestas más duras de mi vida. Nunca me dejaste. Me temblaban las piernas, iba a colgar los botines, me llovían los gargajos, pero te metiste a la cancha, en pelotas para que te filmen, le mandaste un saludo a los que te conocen y me salvaste. Tu pasión me llevó a escribir en un blog (volveremos, ¡eh!), pero tu estirpe creativa y tu honestidad ósea generaron un registro en Asch. Y él confió en ese registro. Y me dio laburo. Y hoy vivo en Buenos Aires gracias a vos. En esta ciudad que te recibió conmigo adentro, con calor, Quilmes, la mejor música en una noche, y los cachetes de Albertina. Todo por el hermoso Ente Tucumán Turismo. Gran viaje, sagrado Juan Pablo. Recién empieza.
Felices 30 años y tres días, hermano, amigo. Tu nacimiento no me resbala. Quizás tampoco recuerde los 31.

Alfredo Aráoz, encantado de conocerte.
  • Nota del editor: Tanto Alfredo como yo, admiramos a Alejandro Seselovsky y tenemos todos sus discos.
  • Divas es una disco gay (de travestis, en realidad), de Tucumán.
  • I can' get no hace referencia a una remera que tengo y que en realidad dice "I can't get no Playstation".
  • Asch: Hugo Asch. Ex director de El Periódico (semanario tucumano), ex prosecretario de redacción de Perfil, actual director de proyecto editorial al que Aráoz fue incluido.

jueves, enero 01, 2009

2009


Duele el cuello. Uno se pone intolerante, putea por todo y se enloquece en el enloquecido ritmo de los demás.
Como si el Gabriel hubiese tocado la trompeta anunciando el fin de todo, corren a los shoppings como ratas a la madriguera. Miles de personas hablan al unísino. Bocinas, embotellamientos, caos.
Algunos aportan al ruido su cuota de decibeles instalando los enormes parlantes de su equipo de audio hacia afuera, varios vecinos hacen lo mismo y arranca la competencia que demostrará quién suena más fuerte. Obvio, melodías vulgares, expresiones baratas en forma continua, enganchadas por alguien que inmediata mente manda a vender su éxito de éxitos al suelo de la peatonal. Así fue a para a mi vecino, y al otro y al otro, quienes no escuchan la música dentro de su casa y prefieren regalársela a los demás.
-Buenas. Venía para comprar unos cuantos cohetes.
-Si, tiene con estas y estas luces que hacen esta figura...
-No, yo quiero de esos que suenan bien fuerte...
¿Sonará así una guerra? Toneladas de papel quedan en el suelo y miles de perros corre confundidos por las calles. Plata quemada, que le dicen.
No, este texto no representa un queja.
Lo mejor del día de año nuevo, es el día en sí. El 1 de enero por la mañana y lo que sigue. No hay sonido más que el de los pájaros. Algún humito de asado que se huele cercano y el extraordinario sonido del viento en los árboles.
Se trata del día más calmo del año y creo que es el día que más adoro. Porque me levanto y no hay que cocinar: sobró de todo de ayer. Solo se trata de abrir la heladera, sacar un plato y cargarlo de sanguchitos de miga y servirme un vaso de coca cola con hielo.
Eso hice hoy, y cuando encendí el televisor comenzaba Ratatouille. Luego lo apagué y dormí una siestita, tal vez de una hora, abrazado al cuerpo amigo.
Y aquí estoy, redactando este texto de año nuevo mientras veo al gato dormir, escucho a los pájaros cantar y mientras un brisa liviana me envuelve como si Dios me acariciara.
Empezamos bien el año. Feliz 2009.