Esa noche la terminal no podía estar llena porque su entrada hubiera perdido la teatralidad que su figura impone.
Era un punto negro en el horizonte enorme y curvo de la estación que se aproximaba sin mirar al objetivo porque sabía que el objetivo la observaba venir.
Toda de negro y un libro blanco en los brazos. Viento lateral en su pelo castaño claro y los ojos con dos arrugas mínimas producto de la sonrisa sostenida. La mano, el beso, la mano siempre agarrando, poseyendo.
Así, dos días después, la mano primero encendió velas y más tarde rasguñó la espalda. Horas después una mano conducía y la otra señalaba los lugares más característicos de una ciudad desconocida para él. Lo gótico, lo colonial, lo moderno. La mirada, la explicación, la didáctica. La arquitectura.
Una milanesa, un lomo y una eterna mirada. Verse masticar. Sonreír y mirar para abajo. ¿Panza llena corazón contento? Nada de eso, el corazón es feliz cucharita mediante.
Equipaje y boletos en una mano, la otra siempre en la otra mano.
Cabaña, estrellas, sol, nubes, cerro, calle de tierra y cabaña otra vez. La mano sostiene la otra mano en su pecho y la escena se nutre de la teatralidad propia, ninguna más acertada. Siempre en cucharita. Siempre de algodón.
El beso no era beso. El beso era sangre, sudor y lágrimas. El beso era pura rúbrica, marca registrada y propiedad intelectual.
Esa última noche, la terminal no podía estar vacía, porque su salida entre miles de otros, toda de negro y sin el libro blanco en los brazos, hubiese perdido la teatralidad que su esencia impone.
SÍNDROME DE DOMINGOS POR LA TARDE
miércoles, junio 01, 2011
La anfitriona
miércoles, diciembre 29, 2010
Utopías de nochevieja
miércoles, diciembre 08, 2010
Justina responde
miércoles, diciembre 01, 2010
Justina
Llega y se nota que camina apenas apoyando sus metatarsos. No se sabe si por defecto o bien para estilizar su cuerpo ornamentado con una pequeñísima cartera colgante de mano.
Si es verano lleva vestido medio. Con los hombros muy al aire gracias a su crespa cabellera corta que los exhibe anhelantes de que unos labios se atrevan a contar sus lunares.
Los encoje cuando la halagan, gira la cabeza a la derecha e inclina el rostro mordiendo sus labios con la manifestación sonora primera de su sonrisa apenas expresada en un corto exhalar, como un sniff pero para afuera.
Sólo mira cuando sentencia, en tanto que cuando escucha, sólo mira para calcular el disparo apoyando los codos en la mesa.
Cuando es amante de verdad ama. No da tregua al beso, ni a la espalda, ni al gemir ni al latido. Cuando es amante de verdad ama, al punto de retirarse si el abrazo no la abraza mientras sueña sin dejar nota alguna pegada en la heladera.
Y sufre y dice que baila, y me mira y se resiste del beso y del cachetazo. Y tiene naturaleza en las manos chicas, hospitalidad en el escote, debilidad en la cintura y debajo del algodón hippie a veces usa encaje.
viernes, octubre 22, 2010
Sustituciones
Las gotitas en el suelo son mis dedos en el teclado. La seca al cigarrillo, los suspiros que salen de las ventanas de este Tucumán reventando mis pulmones.
Cada trago de esta cerveza emborrachada, la tristeza de todas las mujeres juntas.
La luz naranja del farol del alumbrado público, el brillo de mi soledad más privada.
La pantalla de mi monitor, el estafador de mis fantasías; el teléfono ocioso, el administrador de mi desidia; la guitarra muda, la representante de mi total abandono.
Esta lluvia mi llanto, esta música mi cuchillo; este dolor mi dolor; estas nubes mi mala suerte; tu vestidito corto de tela floreada, esta puta condena.
sábado, septiembre 04, 2010
Retrospectiva
Qué será de mi patio, mi níspero, las rosas de la abuela y la puerta lateral de mis fechorías. El banco de la plaza, el alambrado de la escuela, la pelota pinchada y los pantalones que en pocos meses ya no andaban.
Cuanta más barba acumule, mejor se conserva la mejilla suave de aquel niño que conserva en ella los besos, las caricias, los suspiros.
Cuanto más recuerdo, más espero, más amo, más lloro y menos quiero volver. Porque allá donde fui tal vez no me conozcan, tal vez ya no me esperen con algún chocolate, o me inviten un partido. Acaso parezca yo ahora un fantasma, o apenas tenga unos gestos, un aire, pero no ya los ojos, la boca, la voz.
Pero estoy tranquilo.
Cuantos más autos pasen por esa calle, más habrán de imprimir la huella de mis zapatillas corriendo una diagonal para hacer el gol que me convirtió en un Maradona.
Cuantos más se golpeen los cubiertos sobre los platos, más perdurará el eco del igual sonido que hacía mi abuela al pisar bananas con miel.
Cuantos más hombres miren a Silvina, más privilegiado seré por ser el primero que le puso los ojos.
Cuantas menos fotos, menos lejano, menos llanto y más sonrisas.
Todavía está la pared de mis cincuenta y un números, antes de salir a gritar “piedra libre” y las capas de pintura y nuevos revoques no le han hecho nada.
Cuanto más grande me haga yo, más vivo se hará aquel. Cuando ya llegue mi muerte y me escondan en un agujero por siempre, será el momento en que se escuchará una voz bien aguda al grito de “piedra libre para vos”.
martes, agosto 31, 2010
El beso
Que el beso sea la risa, sangre, sudor y lágrimas. Que sea una fiesta, desnudo, sin pausa.
Que el beso sea de ojos cerrados y lengua compañera, que tenga ritmo, sabor, pausa, que se quede quieto un rato. Que te roce, me roce, me pregunte y le conteste, que enmudezca al tráfico.
Que el beso traiga buenas nuevas, que al finalizar implique estar callados, recordándolo, incitando a uno nuevito, con caricias, con abrazos.
Que el beso sea de uno, de los dos, para el sol, para la luna. Que sea agüita fresca, desprovisto de complejos, soñador, como el último suspiro del borracho.
Que cuando quiera venga triste, que pida asilo, que se quede y no se vaya, que se regale y no pida nada a cambio.
Que el beso no diga nada, más bien que tenga gesto. Que sea cómplice de fechorías, fantasías y de la moral delitos.
Que el beso tenga besos, que respire profundo, que sea beso.
Que el beso sea panal de miel, y tenga dientes, que sea orquesta triste, escena de película, y final de telenovela.
Que siempre esté alerta y llegue apresurado. Que sea desprevenido, mojado. Que nunca tenga prisa ni haga paro.
Que de una buena vez llegues y me beses, sin haber leído este instructivo, para que luego con un beso, te lo enumere punto por punto.