Que el beso sea la risa, sangre, sudor y lágrimas. Que sea una fiesta, desnudo, sin pausa.
Que el beso sea de ojos cerrados y lengua compañera, que tenga ritmo, sabor, pausa, que se quede quieto un rato. Que te roce, me roce, me pregunte y le conteste, que enmudezca al tráfico.
Que el beso traiga buenas nuevas, que al finalizar implique estar callados, recordándolo, incitando a uno nuevito, con caricias, con abrazos.
Que el beso sea de uno, de los dos, para el sol, para la luna. Que sea agüita fresca, desprovisto de complejos, soñador, como el último suspiro del borracho.
Que cuando quiera venga triste, que pida asilo, que se quede y no se vaya, que se regale y no pida nada a cambio.
Que el beso no diga nada, más bien que tenga gesto. Que sea cómplice de fechorías, fantasías y de la moral delitos.
Que el beso tenga besos, que respire profundo, que sea beso.
Que el beso sea panal de miel, y tenga dientes, que sea orquesta triste, escena de película, y final de telenovela.
Que siempre esté alerta y llegue apresurado. Que sea desprevenido, mojado. Que nunca tenga prisa ni haga paro.
Que de una buena vez llegues y me beses, sin haber leído este instructivo, para que luego con un beso, te lo enumere punto por punto.