miércoles, diciembre 29, 2010
Utopías de nochevieja
miércoles, diciembre 08, 2010
Justina responde
miércoles, diciembre 01, 2010
Justina
Llega y se nota que camina apenas apoyando sus metatarsos. No se sabe si por defecto o bien para estilizar su cuerpo ornamentado con una pequeñísima cartera colgante de mano.
Si es verano lleva vestido medio. Con los hombros muy al aire gracias a su crespa cabellera corta que los exhibe anhelantes de que unos labios se atrevan a contar sus lunares.
Los encoje cuando la halagan, gira la cabeza a la derecha e inclina el rostro mordiendo sus labios con la manifestación sonora primera de su sonrisa apenas expresada en un corto exhalar, como un sniff pero para afuera.
Sólo mira cuando sentencia, en tanto que cuando escucha, sólo mira para calcular el disparo apoyando los codos en la mesa.
Cuando es amante de verdad ama. No da tregua al beso, ni a la espalda, ni al gemir ni al latido. Cuando es amante de verdad ama, al punto de retirarse si el abrazo no la abraza mientras sueña sin dejar nota alguna pegada en la heladera.
Y sufre y dice que baila, y me mira y se resiste del beso y del cachetazo. Y tiene naturaleza en las manos chicas, hospitalidad en el escote, debilidad en la cintura y debajo del algodón hippie a veces usa encaje.
viernes, octubre 22, 2010
Sustituciones
Las gotitas en el suelo son mis dedos en el teclado. La seca al cigarrillo, los suspiros que salen de las ventanas de este Tucumán reventando mis pulmones.
Cada trago de esta cerveza emborrachada, la tristeza de todas las mujeres juntas.
La luz naranja del farol del alumbrado público, el brillo de mi soledad más privada.
La pantalla de mi monitor, el estafador de mis fantasías; el teléfono ocioso, el administrador de mi desidia; la guitarra muda, la representante de mi total abandono.
Esta lluvia mi llanto, esta música mi cuchillo; este dolor mi dolor; estas nubes mi mala suerte; tu vestidito corto de tela floreada, esta puta condena.
sábado, septiembre 04, 2010
Retrospectiva
Qué será de mi patio, mi níspero, las rosas de la abuela y la puerta lateral de mis fechorías. El banco de la plaza, el alambrado de la escuela, la pelota pinchada y los pantalones que en pocos meses ya no andaban.
Cuanta más barba acumule, mejor se conserva la mejilla suave de aquel niño que conserva en ella los besos, las caricias, los suspiros.
Cuanto más recuerdo, más espero, más amo, más lloro y menos quiero volver. Porque allá donde fui tal vez no me conozcan, tal vez ya no me esperen con algún chocolate, o me inviten un partido. Acaso parezca yo ahora un fantasma, o apenas tenga unos gestos, un aire, pero no ya los ojos, la boca, la voz.
Pero estoy tranquilo.
Cuantos más autos pasen por esa calle, más habrán de imprimir la huella de mis zapatillas corriendo una diagonal para hacer el gol que me convirtió en un Maradona.
Cuantos más se golpeen los cubiertos sobre los platos, más perdurará el eco del igual sonido que hacía mi abuela al pisar bananas con miel.
Cuantos más hombres miren a Silvina, más privilegiado seré por ser el primero que le puso los ojos.
Cuantas menos fotos, menos lejano, menos llanto y más sonrisas.
Todavía está la pared de mis cincuenta y un números, antes de salir a gritar “piedra libre” y las capas de pintura y nuevos revoques no le han hecho nada.
Cuanto más grande me haga yo, más vivo se hará aquel. Cuando ya llegue mi muerte y me escondan en un agujero por siempre, será el momento en que se escuchará una voz bien aguda al grito de “piedra libre para vos”.
martes, agosto 31, 2010
El beso
Que el beso sea la risa, sangre, sudor y lágrimas. Que sea una fiesta, desnudo, sin pausa.
Que el beso sea de ojos cerrados y lengua compañera, que tenga ritmo, sabor, pausa, que se quede quieto un rato. Que te roce, me roce, me pregunte y le conteste, que enmudezca al tráfico.
Que el beso traiga buenas nuevas, que al finalizar implique estar callados, recordándolo, incitando a uno nuevito, con caricias, con abrazos.
Que el beso sea de uno, de los dos, para el sol, para la luna. Que sea agüita fresca, desprovisto de complejos, soñador, como el último suspiro del borracho.
Que cuando quiera venga triste, que pida asilo, que se quede y no se vaya, que se regale y no pida nada a cambio.
Que el beso no diga nada, más bien que tenga gesto. Que sea cómplice de fechorías, fantasías y de la moral delitos.
Que el beso tenga besos, que respire profundo, que sea beso.
Que el beso sea panal de miel, y tenga dientes, que sea orquesta triste, escena de película, y final de telenovela.
Que siempre esté alerta y llegue apresurado. Que sea desprevenido, mojado. Que nunca tenga prisa ni haga paro.
Que de una buena vez llegues y me beses, sin haber leído este instructivo, para que luego con un beso, te lo enumere punto por punto.
martes, febrero 16, 2010
El fugitivo
miércoles, enero 20, 2010
Amar a alguien
Amar a alguien, se dice, es rendirse. Una especie de entrega que va más allá de toda voluntad. Es
Esa meca puede reducirse al lugar en donde todas esas almas sensibles peregrinan una vez por año en busca del arrebatamiento cual profeta Mahoma o Elías.
Vivir en el cielo (estar enamorado) no implica ponerse al nivel de Dios y esto encuentra justificación en que Jehová no se rinde a los pies de nadie, y el enamorado, aunque siente algo parecido a la divinidad se avasalla ante el otro o ante algunas manifestaciones del otro, esto es, caricias, besos, miradas, gestos, modos de hablar, tonos, movimientos, posturas, señas, códigos, inspiración, expiración, abrazos, tacto, olor, sexualidad y maneras de expresarlas, inteligencia, humor, ímpetu, seguridad, y métodos de resolución de problemas.
Por todas o cualquiera de estas manifestaciones el enamorado se somete aunque también ejerce poder sobre el otro.
El enamorado no tiene voluntad propia al punto que el peor de sus males es la pérdida del ser amado y la voluntad que ejerce sobre él.
Otros alegan que amar es vivir una serie de sensaciones en el pecho, en el estómago y nada más.
Algunos se animaron a decir que aman pero que no experimentan lo que se explica al inicio de este texto.
Personas experimentadas en las justificaciones dicen que cada ser ama de distinta manera. Por ejemplo, algunos alegan que su forma de amar no está precisamente en acariciar a su pareja. Ciertos casos pueden atestiguarse a diario cuando padres de unos 60 años le dicen a sus esposas e hijos “así amo yo. No acaricio pero trabajo.”
Hay sin embargo algunos que tienen maneras insólitas de amar. Este es el caso de personas que aman sometiéndose pero esta vez en un sentido literal. El destinatario del amor lo humilla, lo atormenta, y da por tierra todo respeto y consideración hacia el otro. A veces golpea, y el enamorado parece cometer errores adrede para que su pareja lo discipline una y otra vez con reprimendas dignas de un inquisidor.
Casi, pero un poco, al contrario de estos, están los que aman sirviendo. El otro no ignora sus atenciones pero tampoco las agradece, por lo menos en forma visible.
No olvidemos a esos que a su forma de amar se la califica como “ciegamente”. La verdad es que no comprendo muy bien el término pero se parece a venerar al otro a pesar de sus defectos físicos y/o de carácter, situación socioeconómica, historial espiritual, de pareja o policial.
Los que aman en secreto. Aquellos que nunca, o por un tiempo determinado revelarán su amor. Dentro de esta especie, están los que se enamoraron de su mejor amiga/o, de la pareja de otro/a, de un primo/a hermana, de un ser perteneciente a otra religión, de un/a evangélico, de un simpatizante de Racing Club de alguien de otra raza, de un/a pobre diablo/a, de un profesor/a o el extremo e incestuoso caso de un hermano/a. Algunos homosexuales que no han declarado al mundo su elección sexual, aman en secreto y yo creo que en ellos se da la mayor parte de los casos. La magnitud del sufrimiento del amante hermético es directamente proporcional al tiempo que el secreto sea guardado.
Lo cierto es que el amor y la ausencia de él ha desvelado a todos por lo menos una vez en la vida. Algunos no solo pasaron una noche en vela, sino que hasta se privaron intencionalmente o no de la vida misma. Pero los tiempos que corren en este mundo globalizado no son testigos de hechos tales.
Se ama desde la vaga pero visible idea de una eternidad de pasión que tal vez no existe a sabiendas de que decir “vaga pero visible” consoliden cierta contradicción en una misma frase. Si bien es cierto que se escribieron kilómetros de historias de amor eterno y miles de horas en telenovelas de pasión, en la realidad, en el trajín diario, no se han conocido ninguna que haya terminado como en los culebrones o en las novelas de Shakespeare.
Cada historia de amor, tiene un final y de seguro el lector en este momento ha de estar maldiciéndome o deprimiéndose.
Sin embargo, la idea de una devaluación amorosa futura inspirar a amar más, ahora que se puede, ahora que se siente; morir de amor, como dicen.