Cuando nadie nos vea
entra en mi cuarto,
desnuda de alma,
colmada de fuego.
Sube a mi alma y cabalga,
liberada de infortunios
despojada de miedos.
Gime pero como niña,
da lugar a tu innata ternura
y sea tu expirar junto oído.
Y que tu lengua marque tu nombre en mi piel,
por siempre,
como un sello,
como un membrete,
y al final, cuando erupcionen los volcanes,
sé mi paz,
sé mi torrente...
1 comentario:
Cuanta poesía, me encantó este, muchísimo...
Besos
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