viernes, marzo 30, 2007

Obra


(por Juan José Becerra)

Fue chica Guess ondulante, seria y platinada. Luego Playmate con bombín del anfitrión Hugh Heffner, quien la llevó a las dos cumbres que administra una utopía socialista: la de la tapa con fondos de raso y terciopelo y media luz; y la del hidromasaje de la mansión, empotrado en una gruta de artificio que es y será la Capital Internacional del Fellatio con Yapa. Más tarde se perdió en la Anonimia, un bosque sombrío sin hilo de Ariadna, del que regresan solo algunos afortunados (los demás se van muriendo mientras viven, más que ellos, sus recuerdos). Sentó cabeza -pareció-, se afanó en progresar, y cedió a los encantos de un señor de California, empetrolado y balbucenate, y babeante, que le llevaba de ventaja más de dos vidas completas vividas sin el amor que ella le daría, tibiamente, cada noche frente a un jardín de pozos negros, a sol y a sombra penetrados por pistones aceitados. Contrajo nupcias con el Nono, que un día partió, dejando tras de sí una estela de millones. La perdieron los postres. Litigó a favor de sus derechos de viuda en estrados parciales, no obstante lo cual venció; y cargó en su cuenta una fortuna que disgustó a su hijastro, quien partió detrás de Nono a través de la vía regia del repliegue: infarto de miocardio. A los postres les agregó toneladas de antidepresivos, insomnio, picos bipolares. le llegó una carta de la señal televisiva E!, con un menú de propuestas artísticas refinadas que se ajustaba a la línea editorial de los Uh! y los Guau! de la euforia sana (alcohol sn drogas) de una noche en vacaciones. Firmó. Largó los postres con todo el dolor del alma. Su cuerpo rollizo fue tabla rasa, elegancia anoréxica, modelo del Doctor Ravenna, transparencia y desmayo: extrañaba la sopa, los pudines, el chorizo colorado. Se lanzó su reality. Ella iba y venía como zombie, bordeando las piscinas de Los Ángeles, gastando los millones de la nueva vida, cenando con su abogado esposo y su hijo hasta que las velas no ardieran.Los botones los arrastraban por los pasillos electrizados de estática -las alfombras- y ellos mismos se echaban a las camas king size para dormir la mona vestida de seda. La palabra patetismo siempre queda grande allí donde se aplique: aquí no. Un espermatozoide del abogado nadó y nadó pecho, espalda, mariposa y llegó a la orilla. Ella aceptó, gestó, dió a luz. A los tres días murió su hijo mayor, de distracción o sobredosis. y entró en un túnel de catatonia y amnesia. Y murió casi como la belleza rusa de Nabokov, que dijo "qué patanes" y desapareció en la sala de parto. E! informó acerca de dónde y cuándo serán esparcidas las cenizas de quien fuera carne con un título que promete: "La tragedia continúa".

martes, marzo 20, 2007

La plaza


A ellas todo mi respeto y toda mi esperanza. (Plaza de Mayo, Buenos Aires, Argentina).

Buenos Aires



Ahora entiendo Por qué te quieren tanto. Barrio que escuchaste tanta pena. Y es que Buenos Aires cuando llora llora lágrimas de bandoneón, lágrimas de arte.

Nunca vi el cartel que decía "pintura fresca" y medio sin querer queriendo el color de tu fileteado me manchó el corazón tangero.

Tu cafetín fue el confesorio, de los guapos de pura cepa, aquellos que a pesar de guapos, reconocían el corazón sencible destrozado por el amor de una pebeta. Y el tu mozo, por lo general tano, primero te sirvió el café que daba inicio a tu lamento y luego el vino y el sifón que te mantenía en pié.

Tu asfalto lleva la seriagrafía de tacos de percanta, esa que en el rincón del conventillo, de sotamanga te regaló el beso que inició la quimera sempiterna de tu nostalgia.

Buenos Aires, dejáme verte así encandilantemente oscura. Que el corazón amurado me tire la bronca cada vez mis ojos reos no te contemplen. Y que me garúe finito cuando mi locura no me deje pisar tus adoquines.

viernes, marzo 09, 2007

Viejita


(Foto de Carlos Garmendia)
Su boca por lo general no dice nada porque es su rostro el que lo dice a gritos. Cada arruga de su cutis es el aval de la sabiduría junta, cuyo diploma al final de la carrera le da el título de inocente.
Usted cuando mira, mira hacia atrás haciendo de su mente una proyección de cine retro cuyo argumento solo a usted parece conmover. Su voz suena a cansancio y sus manos temblorosas nunca se enfrían, son las ideales para mis anhelos de caricias.
Sus ojos vieron demasiados entierros, tanto de jóvenes como de viejos. Conoció muy bien a la mujer con guadaña, esa que siempre anda vestida de negro. Su vida se reduce una mesa de negociación diaria (vespertina) con la muerte.
Cada tarde ha rezado el rosario y nadie se dio cuenta de que en realidad le contaba un cuento al sol para que alegre descanse, dirigiendo el preludio del concierto de las bestias de la noche.
Su espalda encorvada fue la panza llena y el corazón contento de sus hijos.
Usted es la verdadera historia. Perdone nuestro olvido y nuestra indiferencia, mi querida vieja.

jueves, marzo 01, 2007

Un cuento...


Encendió la luz y supo que ya no podría dormir. Justo al lado del interruptor del velador, frente a su rostro, una figura en el portarretratos lo asechaba. La imagen no tenía carácter de una persona fotografiada, sino la de un fantasma, y paradójicamente no podía dejar de observarla. Era la fotografía de la mujer que amaba y con la que hacía unos días había roto una relación.
El retrato la mostraba en un primer plano. Sonriente miraba a la cámara, ataviada de rojo, insinuando su busto. Su cabello castaño y ondulado caía por sus hombros, cascada sutil de arroyo. En sus ojos se dejaba notar una veta de soledad pretérita y a la vez contemporánea.
Él miraba aquella fotografía en medio de la madrugada, ornamentada de silencio. Concluyó que era el fantasma de aquella mujer, y el título de espectro lo adjudicaba el hecho de que a pesar de ya no ser vidas paralelas, él nunca pudo deshacerse de aquella fotografía, y mucho menos mudarla de su mesa de luz.
Siempre estará allí, de frente a la cama y frente a la puerta de la habitación. Cada vez que abriera la puerta lo recibiría la imagen y cada vez que encendiera la luz surgiría el ánima sonriente, cargada de recuerdos, poderosa y soberbiamente intrasladable e intocable.
Contemplaba el retrato de aquella mujer y sentía el frío que no aporta el invierno. El corazón se hacía audible y un zumbido en los oídos representaban los ayes de aquel fantasma. Su respiración se hacía profunda y todo era una tenebrosa quietud insostenible.
Se sobresaltó de un susto cuando algo se precipitó en su pecho y al observarse el pijama constató que se trataba de una lágrima; una lágrima que no sintió rodar en su rostro; una lágrima que no advirtió cargada en sus pupilas.
La fotografía en el retrato lo hipnotizaba hundiéndolo en un abismo de recuerdos de momentos negativos, de imágenes de tensión, de discordia, de separación, de desidia provocada. la instantanea parecía mover su boca y decir “no quiero que sigamos” “ya no estoy enamorada” “somos distintos” y los ayes ahora venían desde adentro de aquel hombre que empezaba a metamorfosearse también en un espíritu de la noche.
Temblaba y quería apagar la luz, pero no podía moverse. No podía quitar sus ojos del portarretratos que cargaba con la figura de la soledad disfrazada de la mujer que amaba. La sonrisa de aquella mujer era la burla misma del desamparo, y su cuerpo representaba la tortura de la inmensidad de su cama, ahora convertida en pampa.
Cerró sus ojos y súbitamente se acostó de espaldas al marco, pero era inútil, la imagen se proyectaba en su mente y al abrir los ojos ésta se estampaba en la pared de junto a la cama, justo el lugar donde a ella le gustaba hacer el amor.
Allí se encontraba. Terriblemente estremecido, impotente y vulnerable a cualquier ataque. Anhelaba el amanecer pero el reloj parecía álgido.
Ella le regaló esa fotografía días antes de que una madrugada de invierno partiera conmovida de dolor por haber descubierto la basura, debajo de la alfombra.

Humor (por Quino)