viernes, marzo 09, 2007

Viejita


(Foto de Carlos Garmendia)
Su boca por lo general no dice nada porque es su rostro el que lo dice a gritos. Cada arruga de su cutis es el aval de la sabiduría junta, cuyo diploma al final de la carrera le da el título de inocente.
Usted cuando mira, mira hacia atrás haciendo de su mente una proyección de cine retro cuyo argumento solo a usted parece conmover. Su voz suena a cansancio y sus manos temblorosas nunca se enfrían, son las ideales para mis anhelos de caricias.
Sus ojos vieron demasiados entierros, tanto de jóvenes como de viejos. Conoció muy bien a la mujer con guadaña, esa que siempre anda vestida de negro. Su vida se reduce una mesa de negociación diaria (vespertina) con la muerte.
Cada tarde ha rezado el rosario y nadie se dio cuenta de que en realidad le contaba un cuento al sol para que alegre descanse, dirigiendo el preludio del concierto de las bestias de la noche.
Su espalda encorvada fue la panza llena y el corazón contento de sus hijos.
Usted es la verdadera historia. Perdone nuestro olvido y nuestra indiferencia, mi querida vieja.

4 comentarios:

Paco dijo...

En pocas palabras pones toda la vida.
¡Brindo por este homenaje!

Renatabonamici dijo...

. Su vida se reduce una mesa de negociación diaria (vespertina) con la muerte .


(uff... más, imposible de explicar)

Calio dijo...

Que loco el día! nos pegó la nostalgia al parecer...

besos

Charls dijo...

maestroooo.

e-pe-ta-cu-larrrr!

ya lo incluì entre mis recomendados.

saludos,

Charls.