jueves, octubre 18, 2007

Alejandro Dolina: un tipo cualquiera


Cada vez que al señor Alejandro Dolina se le adula o se le reconoce la calidad y genialidad de su trabajo literario, su inteligencia, sus capacidades como intérprete y compositor, o su talento volcado en su programa de radio, lo refuta inapelablemente.
"Yo no soy nada de eso que usted dice, pero muchas gracias", retruca. "Leí su gran libro y me encantó", le dijo un oyente, "¿gran libro?", le contestó… "para mí que usted se ha equivocado de autor". "Ha venido mucha gente hoy a ver este programa de radio y le pedimos disculpas por este suplicio que van a vivir por dos horas", dijo alguna vez.
Pués bien, ya que él es así, y debo mostrar al entrevistado tal como se muestra, voy a seguirle la corriente. Ahí vamos.
Publicó cuatro libros que en absoluto trazarán un antes y un después en la literatura moderna.
Emite todas las noches desde hace más de 20 años un programa de radio junto a un psicoanalista (Gabriel Rolón), un trompetista roquerito, trasnochador y pelilargo (Guillespi), un locutor pelado (Mario Mactas) y un pianista sordo, sí hipoacúsico, que precisamente no se llama Ludwing Van.
Eran las tres de la tarde en Buenos Aires. Una lluvia tozuda pintaba la tarde de un gris tan oscuro que invitaba a la hibernación. Suena teléfono y Maica, su asistente, me convoca para la entrevista a las 17 en el barrio de Belgrano. No había nada mejor para hacer.
Taxi, línea 168, una cuadra a pié hasta la calle Vuelta de Obligado, lluvia, más lluvia y 168 baldosas flojas. Timbre.
La doméstica abre la puerta, subimos una escalera.
La empleada me invita a sentarme en un salón comedor.
El lugar era una casa de las viejas con techo bien alto y puertas de casi la misma altura. A mi derecha, como en un living, un piano de cola estaba rodeado por dos paredes (de techo a zócalo) atestadas de libros. A mi noreste, unos sillones frente a una estufa a leña y justo a su lado, una computadora y dos operadores, mujer y varón respectivamente.
El varón se levanta repentinamente y desaparece del lugar, la mujer se presenta como Maica. Bellísima.
El hombre vuelve a mí. Tenía puesto un jogging negro, zapatillas al tono y una camiseta violeta perteneciente al club Villa Dálmine. Si, era Alejandro Dolina de entrecasa.
"¿Esta es su casa?", pregunto. "Si", responde. "¿Qué vamos a hacer", pregunta, "hablar de fútbol, de minas y de las cosas que hace usted", respondo, "bueno, de lo que hago yo puedo contestar algo, pero de minas y fútbol yo no entiendo…", refuta.
-¿Estudió alguna carrera?
Si, estudié derecho, pero no terminé la carrera. Después estuve dando lástima en algunas casas de estudio y nunca terminé ninguna. La que seguí por más tiempo es la que menos me interesaba.
Yo creo que debí haber hecho a carrera de Letras o alguna similiar.
- ¿Se lamenta no haberla hecho?
Si, lo lamento muchísimo.
- ¿Volvería?
Si, volvería y hasta es posible que lo haga.
- ¿Y no cree que siendo usted Alejandro Dolina sería un tanto complicado?
Si, es por eso que no la hice hasta ahora. No porque yo crea que soy nadie, sino porque se puede dar lugar a situaciones difíciles.
-¿Qué es lo que hace que le guste viajar a las provincias y hacer siu programa desde allí?
Me parece que el programa y otras cosas que yo hago tienen una entrada muy superior en las ciudades grandes de las provincias que en Buenos Aires, incluída en la República Oriental. Porque me parece que el impacto y la cautivida de la televisión en Buenos Aires es superior a la que se registra en otras ciudades de la Argentina. Pero más allá de eso hay una mayor avidez para temas relacionados con el pensamiento, con el arte, con la ficción y ciertas perplegidades que no interesan al público de Buenos Aires, que están más bien pendientes de asuntos más urgentes que importantes. “Los números del INDEC del mes pasado...”, qué se yo... Los vuelve locos. Buenos aires está muy enferma. Hay un promedio de locos muy grandes por cuadra. Uno puede pasear por Tucumán y encontrar un loco. Pero en Buenos Aires encontrar uno por cuadra. Y hay una indignación cósmica de la gente. Todos piensan que son víctimas de una conspiración y cada uno dentro de sí piensan que el país está lleno de delincuentes y que ellos son la excepción. Llaman a la radio y se quejan... Esta gente cree que todo lo que sucede en el país el obra de otros y que viven instalados en un hotel cuyo servicio no les gusta. Entonces se están quejando todo el tiempo.
maltrata a sus subalternos, no tene diálogo con sus porteros y encargados, trata mal a los cartoneros que están revisando su basura.
Estos males propios de las grandes metrópolis aparece mucho menos en el interior. Entonces hay tiempo para las relaciones interpersonales que están basadas en el conocimiento de las personas que se divierten con nosotros... Acá no sucede esto.
Solo con salir a La Plata la cosa ya cambia.
Estas ciudades han sabido mantener con orgullo ciertas relaciones que son propias de los pueblos chicos. Y ser un pueblo chico no está mal.
- Y a veces, esa gente que se queja mucho ¿lo llama y deja una queja como buscando que sea el portavoz?
No, no hay muchos mensajes de esos en nuestro programa. Llaman para preguntarnos si leímos un libro o para decir que quiren ser mis novias.
Cuando digo “la gente que llama a la radio” me refiero al general, al tipo que llama y dice ¡no puede ser, yo soy comerciante y me cobran que se yo...!, una cosa patológica. Gente que llama y confiesa al aire aspectos de su via que yo no le confesaría a un amigo. Es una patología muy propia de ciudades que están, por reducción de las relaciones amistosas, interpersonales y familiares, limitando a cada ciudadano a un contacto humano solamente con los medios. Gente llama mucho más a Radio 10 (Dios libre y guarde) que a su cuñado. Y le cuenta a los conductores del programa cosas que por ahí ni sabe el marido. “Mire yo engaño a mi marido”. Eso ocurre mucho más acá porque la gente está sola, terrible y desesperadamente sola y porque además está contaminada de malevolencia. No hay un solo mensaje de alegría.
Suponéte que las cosas no estén para estar alegres: no hay un solo mensaje de cariño. “Mi cuñado es un imbécil... Los comerciantes son todos ladrones...” Qué me importa...
Yo le quiero decir esto: ¿no será que exageramos un poco la influencia que el entorno tiene en nosotros? Yo me crié en un lugar donde llamar a la radio era impensable. Yo creo que nunca llamé a la radio, ni lo haría. ¿Qué sentido tiene llamar desde lo anónimo para confundir lo que es público con lo que es privado?
Pero supongamos que tenga sentido, y supongamos (que es mucho suponer) que esos mensajes tengan algo que ver con la realidad (porque me parece que la realidad pasa por un mundo que no llama a la radio, que hay que estar que estar un poco loco pa’ llamar a la radio) ¿no será que estamos tomando muy en serio lo que el diario dice y poniendo el centro de nuestra vida en lugares que son de la más estricta periferia? ¿No será que si usted tiene un canal que transmite noticias noticias durante las 24 horas, va a llegar un momento en que necesitará llenarlo con algo que no es representativo? ¿No será que, si en ese canal durante las 24 horas, diecisiete veces apareció un kioskero que fue asaltado, resulta ser que la incidencia del kioskero asaltado en la sociedad conteporánea está enfatizada y exagerada?
Deberíamos tratar de hacer el esfuerzo de alejarnos del discurso mediatico porque es un discurso peligroso. Un tipo que habla de lo que ve en la televisión todo el día, se va a idiotizar porque está todo estipulado.
- ¿La intensión primera de su programa de radio es tratar de abrir una senda diferente o hacer el programa así porque le gusta?
Lo segundo, y en concecuencias produce lo primero. Yo hago un programa para que guste a mí. No haría un rpograma distinto a mi beneplácito nada más que para gustarle a la gente, porque no fuera así, y fuera vivo, tendría que hacer “Bailando por un bizcocho”.
- ¿A qué cree que se debe el hecho de que el programa esté tanto tiempo en el aire? ¿Será que un grupo de personas se dieron cuenta de esa realidad mediatica?
Tal vez. Me gustaría que pasara eso. Si hay una cierta cantidad de personas (como parece que hubiera) interesadas de que por lo menos, una vez en el día, no le hablen de un camión volcó en la Panamericána, ya eso solo garantiza cierto éxito. No sé si somos buenos nosotros, pero si sé que hay algunas necesidades que solo nosotros cubrimos. Cierto humor relacionado más con los códigos existentes entre amigos de una cierta inteligencia. Y el hecho de que el programa empiece con una editorial que no tenga que ver con Cristina Kirchner, y sí con alguna cuestión del órden artístico, filosófico o histórico, y por más que no sean muy altos nuestros vuelos, yo creo que podemos encontrar en ese supuesto a mucha gente interesada.

Maica, la asistente, me pidió encarecidamente que la entrevista no superara los 40 minutos y a los 35 de empezarla cerré diciendo “no lo molesto más” y me puse de pie para despedirlo. “Pero no es molestia, es un gusto”, decía mientras señalaba la silla invitándome a tomar asiento una vez más.
“¿Cómo está Tucumán?” me preguntó.
Tiempo de grabación total 82 minutos. Pero en realidad charlamos por más, solo que Dolina en un momento decidí guardar el grabador.
Hablamos de política, medios de comunicación Radio 10, sus ganas de venir a Tucumán para realizar una transmisión de su programa y otros temas.
Entré de día, salí de noche. Hablando mal y pronto, llovía como si no hubiese llovido nunca”, y avenida Cabildo me veía pasar acaso suspirando. No por la nota, más bien por Maica.
Además, cuando apagué el grabador, Dolina mostró la hilacha: dijo un montón de malas palabras.
Subte Línea "D", y mi mirada contemplaba y en mi boca las muelas se apretaban: había estado con uno de los tipos que más admiro. Lejos, la entrevista que más disfruté de mi vida.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosa entrevista. Lástima que la cierres baboseándote por una mujer.

Medias Negras dijo...

Muy buena entrevista! y Dolina es un grande, por su simpleza, humildad, inteligencia, etc.
Saludos

Violeta_ dijo...

Los lugares cambian, y uno se adapta.
Flaco, no importa donde pongas tu firma. Vas a volver a lo gráfico.
Muy buena entrevista. La verdad es que siempre dejás con ganas de más aunq esta bueno que por ahí termino de leer y digo: "que bueno. Lo justo."

Mandate por más. Si no es con fondo azul, será con blanco. La cosa es que siempre hay un fondo. Sino, se está tejiendo.

Elias dijo...

Es genial la entrevista y supongo que tambien tendra mucha magia lo que sucedio sin el grabador prendido. Hablo solo etorizando, pero algo asi creo que nivela incluso el hecho de que a uno le den el veto.

Anónimo dijo...

Ahhhh! ya me voy, ya me voy, pero vuelvo a la tarde y lo termino de leer! No podrás creer lo que te envidio cada vez que leo tus entrevistas!

Un abrazo.

Tucumán Ambiental dijo...

Si flaco. Fue bueno mientras duró. Tal como vos lo planteás, tú última nota en el primer diario que escribiste definitivamente fue buena. Y no me refiero a los estilos periodísticos o a tu inclinación natural por lo literario. Esa es una discusión que seguiremos teniendo. Y fue bueno porque también supe aprender de vos y estoy seguro que en los nuevos desafíos que se te presentarán también podré seguir aprendiendo algo más.Porque de eso se trata: aprender que de todos siempre aprendemos algo.
Un abrazo y hasta siempre. Tu amigo: Jade